martes, 14 de septiembre de 2010

Mis palabras...Un hombre decidido


Esta historia se metió en mi cabeza una madrugada y no me dejó dormir…como modo de vengarme de esas horas de sueño que me quitó decidí escribirla…así quedó:

Un Hombre decidido

Se levantó cómo todas las mañanas y se sentó a tomar el oscuro y amargo café de todos los días. Se enfrentó al espejo y descubrió que tenía que afeitarse pero decidió no hacerlo, al fin y al cabo nadie se daría cuenta de su desprolijidad.
Llegó al trabajo, saludó y se encerró en su oficina. Durante el día muchas personas entraron y salieron, firmó papeles, completó formularios, respondió mails…al final de la tarde llevó sus manos a su rostro cansado y fue allí cuando la áspera devolución que recibieron sus dedos le sirvió para confirmar lo que pensó en la mañana…nadie se había dado cuenta de su incipiente barba.
Fue allí donde comenzó a tomar pequeñas decisiones, como revanchas…Una mañana llegó a su lugar de trabajo y no saludó…comprobó que nadie se molestaba en reprochárselo y siguió negando su saludo…después dejó de asistir al espacio que destinaban para el descanso y el almuerzo y solo se quedaba en la oficina dejando pasar el tiempo…ningún otro empleado se acercó hasta allí preguntando por su ausencia.
La decisión más importante se le ocurrió frente a su taza de desayuno…no iría a trabajar, ni esa mañana, ni la siguiente…el teléfono no sonó, nadie llamó requiriendo el motivo de su desaparición.
Así fue que dejó de cocinarse porque le alcanzaba con su líquido oscuro con olor a café y con las galletitas que le vendía el chico que día por medio golpeaba a su puerta…dejó de leer los diarios cuando se dio cuenta que las noticias de hoy eran similares a las de ayer…y hasta dejó de bañarse porque le parecía que era innecesario si no pensaba salir…
Un día el control remoto de su televisor se quedó sin pilas y no se preocupó en acercarse a apagarlo así que siguió encendido como un suave ronroneo que le recordó a su gato que había huido quizás en busca de manos que lo acaricien…
Encontró en su viejo sillón el lugar ideal para pasar el día…los días… la vida…allí estaba cómodo, se sentía cálido, su figura y el sillón una sola forma…solo algo le molestaba…un ruido, un monótono e insistente sonido…estaba decidido a silenciarlo.

Y así lo encontró el nuevo día…en la misma posición…en el mismo lugar, y en el rostro la satisfacción de haber logrado su último cometido…callar el sonido del latir de su corazón…

Patricia

2 comentarios:

  1. "A veces le tenemos miedo a la soledad porque estando con ella suele hablarnos de lo que, por comodidad, evadimos en nuestra vida." Tus palabras atrapan!! felicitaciones! un beso Val

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  2. Realmente me impresionó!!!!Cuantas verdades hay en este cuento. Pero ante esta realidad, debemos empezar a cuestionarnos, no sólo por nosotros ,que podríamos ser uno de ellos, sino por lo que le pasa a los demás.No les parece???
    MUY BUENO!!! ADELANTE PATRICIA!!!!
    Ana

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